Expediente X: Novak Djokovic

Publicado: junio 2, 2011 en Tenis

41 partidos imbatido de forma consecutiva. A uno de lograr la proeza de igualar a McEnroe, pero el Roland Garros parece ser el torneo rompe récords. Si en 1984 fue la final perdida ante XXX la que privó a McEnroe de lograr los 43 partidos seguidos, en esta ocasión fueron las semifinales ante Federer las que quebraron la racha del serbio.

Si Roger Federer empezó todo en Londres, el suizo tenía que concluirlo.

Estos son algunos de los números de Djokovic en su portentoso comienzo de temporada en 2011.

Partidos ganados                                    41

Edad                                                     23/24

Torneos                                                         7

Títulos Grand Slam                                    1

Sets                                                         87-10

Juegos                                              570-276

vs. Top 10                                                13-0

Tierra                                                         16-0

Tiebreaks                                                     5-2

Torneos
Open de Australia
Masters 500 Dubai
Masters 1.000 Indian Wells
Masters 1.000 Miami
Masters 250 Belgrado
Masters 1.000 Madrid
Masters 1.000 Roma
Roland Garros (eliminado por Roger Federer 7-6, 6-3, 3-6, 7-6)

Datos que describen el portentoso momento que atraviesa Novak Djokovic. Pero qué ha cambiado?

La respuesta, como decía Dylan, no se encuentra en el viento, sino en la cabeza. Hace mucho tiempo que Djokovic tiene tenis en su raqueta, y él lo sabía. Pero le faltaba algo para demostrárselo al mundo, a la tropa que le acompaña en cada partido y a sí mismo. Sobre todo a sí mismo. Con 23 años, el vértigo de estar entre los más grandes puede planear como un demonio sobre cualquiera. La adolescencia pasa por todos, incluyendo a los deportistas de elite.

Nole, en 2008

 

«I will be a big danger for the future» decía un Djokovic veinteañero en 2007. Pero seguía teniendo 20 años y una edad del pavo que, con ciertas diferencias con respecto a otros adolescentes, no dejaba de estar marcada por las hormonas y el pasarlo bien: «Me encanta esquiar. Me gusta tanto que prefiero arriesgar y disfrutar de vez en cuando. Mucha gente me dice que no lo haga, pero cuando quiero algo es muy difícil pararme. Ahora es mi segundo deporte, aunque cuando tenía 11 o 12 años era mi primero. Tuve que elegir y opté por el tenis».

Sin embargo, los 23 años le han dado la madurez suficiente para darse cuenta de que podía estar ahí, luchando por hacerse un hueco en la rivalidad Federer-Nadal. Atrás quedaron las retiradas de los partidos por pequeñas molestias y lesiones sobreactuadas, las imitaciones de todos sus rivales al terminar cada encuentro, los aspavientos y las salidas de tono al ganar o al perder un punto. Ahora queda la ligereza en sus movimientos, la elasticidad de su cuerpo, la limpieza en su juego, la agresividad en su raqueta, la finura en su figura y la cabeza despejada y confiada en su propio tenis. Las bases de un campeón.

Su juego, ahora, es mucho más meticuloso y metódico. Y mucho más limpio. Sin apenas movimientos de más para llevar la raqueta atrás o situarse bien junto a la pelota. Mide más sus pasos y se mueve mejor sobre la pelota. Y recupera mucho mejor que antes la posición en la pista, volver al centro para poder estirarse mejor hacia el siguiente golpe.

Sin duda la dieta ha favorecido mucho. Pero también la cabeza ha mejorado. Ver y saber ver la pelota con antelación da la ventaja suficiente para colocarse y acercarse a la pelota con mejor predisposición para golpear. Su físico le permite estirarse hasta esas pelotas rapidísimas que pasan por las esquinas y que solo con esa flexibilidad de piernas que él gasta puede seguir en el partido recibiendo y devolviendo golpes. La rapidez es un grado; ver la pelota con anticipación,

Pero la superación es algo que también se entrena, se trabaja y se logra. Siempre ha tenido muy buenos golpes, el revés le corría como a ninguno, pero nunca fue el gran jugador que podía acechar a los dos primeros. Primero Federer, después Nadal, solo era cosa de dos. Pero el mismo Djokovic reconoce que «todo es mental. Tienes que salir a la pista creyéndote que puedes ganar. Siempre he creído, pero también se va aprendiendo a confiar».

El estilo de juego nada tiene que ver con el de hace diez años. El saque-volea se terminó y el tenis comenzó a jugarse desde la línea de fondo. Por eso los reveses se hace a dos manos y no a una, salvo si eres un mago de la raqueta como Roger Federer. Y por eso Djokovic se encuentra mucho mejor desde que los partidos se ganan y se pierden sin necesidad de subir a la red. Incluso en Wimbledon. Y la carrera lateral se ha convertido en la clave del tenis del 2000. Pero la verdadera clave del serbio es que ha sabido mejorar todos sus golpes, y ofrecer así un repertorio que puede desequilibrar a cualquier rival. Ya sea de drive o de revés, «Nole» es capaz de jugar agresivo y defensivo a partes iguales y, sobre todo, puede pasar de un ataque a una defensa y volver a atacar. Algo que le costaba muchísimo conseguir hace apenas unos meses cuando si defendía ya no sabía salir de ese casillero.

Djokovic, como campeón del Open de Australia en enero 2011

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