Algo le pasaba al manacorense, perdía más de dos kilos en un partido, se cambiaba de camiseta más de catorce veces en tres partidos, no estaba fino a pesar de haber superado a todos sus rivales con contundencia en el marcador y sin ceder ni un solo set.
El virus que le atacara en Doha parece estar pululando por su cuerpo, o puede que la camiseta roja brillante que estrenara para 2011 fuera demasiado estrecha para él.
Nadal superó su partido ante XXX luciendo un par de tallas más en su indumentaria y reconocía al final del encuentro que había sudado menos.
Quizá el virus se llamaba Nike.
Su máximo rival, y con quien han elevado el nivel de tenis a una liga superior, el suizo Roger Federer, alabó su trayectoria y recordó que la primera vez que le vio jugar en Miami -y ganarle siendo todavía un adolescente- vio en él el campeón que luego llegaría a ser «aunque solo era un partido, ya se veía lo que iba a ser». Y la relación entre ellos no ha hecho más que afianzarse, la competitividad queda en la pista; fuera de ella son buenos amigos que, sobre todo, se tratan con el máximo respeto, desde el principio.
El de Australia es un campeonato importante para el mallorquín y así lo recuerda Federer, «va a por algo en particular, muy especial». Let’s see.